Érase una vez una familia de ositos que vivían en el bosque. La casa de los ositos era de madera y constaba de dos pisos, uno abajo y otro encima. La mamá osa y el papá oso tenían su camita en la parte de abajo y desde allí veían pasar el río que brillaba cada día lleno de pececillos de colores. Cada mañana, los pececillos saludaban a la familia al pasar cerca de la casa y la mamá y el papá osito les saludaban con la mano desde la ventana. En el piso de arriba dormían los hijos de la familia, la osita Pelusa y el osito Tambor. Cada uno tenía un camita pequeña de color verde esmeralda y en ellas dormían felices mientras escuchaban los cantos de los pájaros, y el susurrar de las ramas de los árboles. La familia oso vivía muy feliz su casita del bosque.

Una noche de verano, mientras la familia dormía, la osita Pelusa se despertó muy asustada y bajó las escaleras corriendo. «¡Mamá, mamá, en nuestro cuarto hay un monstruo!» , dijo la osita temblando. Su hermanito salió detrás de ella corriendo y llorando mientras se abrazaba a su mantita de lunares. «Eso no es posible, porque los monstruos no existen», dijeron sus padres. «¡Vamos a subir a ve qué ocurre!». Cuando el papá y la mamá subieron a la habitación de los ositos, vieron que había una sombra que se proyectaba en la pared con la luz de la luna, una sombra que parecía un monstruo, pero que no era otra cosa que el reflejo del tronco del árbol sobre la pared.» ¡Es el reflejo del árbol, Pelusa!», le dijo el papá oso. Y Pelusa se echó a reír y se dio cuenta de que había tenido miedo sin razón.» ¡Es verdad, es solo el árbol!», y su hermanito Tambor también se rió. Así es que esa noche durmieron felices. Y al día siguiente se columpiaron en columpio del arbol para divertise.

Sin embargo, otra noche fue Tambor el que se despertó: » ¡Mamá, papá, hay un fantasma haciendo ruidos en mi habitación!», y bajó corriendo las escaleras para que sus padres le escucharan. La osita Pelusa corrió detrás de él y los dos entraron en la habitación de sus padres, que dormían profundamente. «¡Pero, ¿ qué pasa hoy?, ¿ se puede saber?» , dijeron mamá y papá oso, preocupados. Tambor y su hermana Pelusa explicaron que en la habitación de arriba había un ruido grandísimo y que creían que eran las pisadas de un fantasma. Cuando el papá y la mamá llegaron a la habitación de arriba, se dieron cuenta de que era el ruido de la ventana que, se movía con el viento y rozaba en la pared. » Mirad, es la ventana, que se mueve con el viento y hace ruido. No hay ningún fantasma», explicaron a sus hijos. Pelusa y Tambor al ver que era la ventana la que hacía ruido, se rieron mucho. Así es que se fueron todos a dormir.
Pero ahí no acabó la cosa, porque otra noche Pelusa se despertó diciendo que en su habitación había un montón de bichos que se la querían comer. Pero su papá y su mamá le explicaron que no había ningún bicho y que todo había sido una pesadilla. Y era verdad, porque ademas, su hermanito Tambor dormía plácidamente y no se había enterado de nada.
Finalmente, Pelusa y Tambor empezaron a dormir tranquilos. Ya sabían que los ruidos de su habitación no eran fantasmas, sino los sonidos que hacía la ventana al moverse con el viento, o el sonido de las hojas de los árboles cuando el mismo viento las rozaba. Del mismo modo, supieron que las imágenes que había en la pared, no eran más que las sombras de las ramas del árbol del jardín que se proyectaban en la pared con la luz de la luna , y que los bichos que habían visto solo vivían en sus sueños. Poco a poco, Pelusa y su hermanito Tambor empezaron a dormir profundamente y de un tirón. Sabían que su casita era una casita bonita y segura, que su mamá y su papá cuidaban mucho de ellos, y que no había ninguna razón para tener miedo.
Y desde entonces, durmieron y soñaron felices y nos dieron con las almohadas en las narices.
Y colorín colorado este cuento sin miedo se ha acabado.
Pilar Alcántara

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